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viernes, 16 de octubre de 2020

Evangelio, SABADO 17 DE OCTUBRE, 2020, Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,8-12):



Evangelio, SABADO 17 DE OCTUBRE, 2020, Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,8-12):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»

Palabra del Señor

REFLEXION :

No es lo mismo seguir a Jesús en espacios y tiempos tranquilos que seguirlo en condiciones de amenaza y persecución. Algunas palabras de Jesús sólo comienzan a ser inteligibles cuando experimentamos dificultades a causa de su nombre; por ejemplo, las que leemos en el evangelio de hoy. ¿Qué significa ponerse de parte de Cristo delante de los hombres? ¿Cómo dar testimonio de él sin arrogancia pero también sin temor al ridículo, sin falsos pudores, sin vergüenza?

A veces los creyentes podemos dar la sensación de que, en el fondo, no creemos lo que decimos creer. Cuando se presentan las ocasiones de decir una palabra clara, o de realizar un gesto oportuno, nos retiramos por temor a ser tildados de ... ¿de qué? Esto les sucede a menudo a muchos cristianos famosos que se mueven en el terreno de la política, de la economía, de la ciencia, de las artes, del deporte. No es que vivan su fe con discreción: es que la viven de manera vergonzante, a escondidas, como si temieran perder relieve social por manifestarse humildemente seguidores de Cristo.

Pero no sólo los famosos. Este temor puede asaltarnos a todos nosotros. Si así fuera, significaría que estimamos en muy poco nuestra fe. O que preferimos la aceptación social a la autenticidad de manifestar lo que somos.

Cuando nos dejamos llevar por el temor no dejamos espacio al Espíritu Santo. Cuando hablamos nosotros, no permitimos que el Espíritu nos enseñe "lo que tenemos que decir". El resultado es una tranquilidad personal aparente y una ocasión perdida para el evangelio.

BENDICIONES



viernes, 25 de septiembre de 2020

Evangelio del día, VIERNES 25 DE SEPTIEMBRE, 2020,Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18-22

 

Evangelio del día, VIERNES 25 DE SEPTIEMBRE, 2020,Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos contestaron:
«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Reflexión del Evangelio de hoy

Todo tiene su tiempo y su momento

“Todo tiene su tiempo y su momento”, es lo que nos enuncia el Eclesiastés en la primera lectura. Es cierto, cada uno de nosotros desde que nacemos hasta que morimos, tenemos la posibilidad de realizar diversas acciones, tanto buenas como malas. De lo que se trata es que, ejerciendo nuestra libertad, acertemos con las buenas, es decir con aquellas que nos llevan a encontrar el sentido y el disfrute de la vida.

Jesús, el Hijo de Dios, nuestro hermano y amigo, vino para echarnos una mano señalándonos las acciones que debemos vivir y las que debemos rechazar en ese nuestro deseo inextinguible de ser felices y desterrar la tristeza y la angustia de nuestro corazón.

            En nuestra sociedad occidental la vida diaria está presidida por la prisa. Muchas personas exclaman: “No tengo tiempo para casi nada”. Debemos serenar nuestra existencia. Descubrir qué es lo importante en nuestra vida, que coincide con lo señalado por Jesús y su evangelio, que coincide con lo que llena el corazón y… darle el tiempo necesario. Y a lo que nos deja el corazón vacío… no darle ni un segundo de nuestra vida

¿Quién decís que soy yo?

Gran parte de nuestra vida está determinada, no por cualquier tipo de personas, sino por las personas que hemos dejado que entren en nuestro corazón. Son esas personas que nos quieren y a las que queremos, esas personas a las que escuchamos y nos escuchan, esas personas a las que siempre podemos acudir en los momentos buenos y en los otros, esas personas en definitiva que entran de lleno en nuestra vida, después de un proceso, casi siempre lento, de acercamiento mutuo.

Hoy Jesús en el evangelio, hace una pregunta al principio digamos general pero luego “demasiado” personal a sus apóstoles: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Es una pregunta que también nos dirige a cada uno de nosotros. Podemos dar respuestas generales, ya sabidas, de “libro”. Pero cada uno de nosotros hemos de responder desde nuestras vivencias, desde nuestro trato personal con Jesús, con sus momentos de luz y de sombras, desde nuestro deseo, a pesar de nuestros fallos, de seguirle y nombrarle el Señor de nuestra vida… Por supuesto que nos valen las respuestas que otros cristianos han dado, pero siempre con los matices únicos y personales de nuestra relación con Jesús: “Tú eres el Mesías de Dios”, “el Hijo de Dios vivo”, “Tú eres la luz de mis días y de mis noches”, “Tú sabes, Señor, que soy tuyo”, “Tú eres el Señor de mi vida, mi gran amigo…”. A cada uno de nosotros con nuestras palabras nos toca responder a la pregunta que Jesús nos hace: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”.

BENDICIONES .  REFLEXIONAR