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sábado, 13 de abril de 2019

***LA LEYENDA DE LAS LUCIERNAGAS***


FORMANDO UN CAMINO HACIA SUS PADRES.
CUENTO

ISONDU LA LEYENDA DE LAS LUCIERNAGAS

Elena no
 puede dejar de moverse en el asiento trasero del coche. Su madre le había dicho que iban a ver luciérnagas y ella, que nunca había visto cómo estaba.

Mamá, ¿y no me picarán? - Preguntó a su madre después de cinco minutos callada.

No cariño, las luciérnagas no hacen eso. - Respondió sonriendo. - ¿Te acuerdas de la historia que te contó papá?

Elena se acordaba. Su padre le había contado la historia de un niño que era muy bueno y cómo la gente tenía envidia y le hicieron daño para convertirse en lucirnaga para seguir vivo y ser libre.

¿Isondú también estará? - Su madre se rió.

No cielo, solo es una leyenda. Pasó hace mucho.

Pero a lo mejor está. - Insistió Elena.

Cuando su madre detuvo el coche, Elena se quitó el cinturón de seguridad que había llevado puesto y salió del coche. Ante ella había un lago de agua cristalina y muchas personas sentadas alrededor de unas mantas, algunas comiendo, otras jugando. Había personas de todas las edades.

La madre de Elena sacó una nevera de un coche y le tomó la mano para reunirse donde su padre y sus abuelos estaban ya. Tenían una de las mantas más grandes, de color rojo, y había tenido mucha comida en ella que le gustaba porque le encantaba la comida de su abuela.

Les dio un beso a todos y se envió a un rincón. Entonces se fijó que ya estaban sentados cerca del lago pero, al otro lado, que había un bosque donde la risa de los niños se jugaban y se pueden ver las flores y los animales que quieren ver de cerca.

¿Puedo pasear por el bosque? - Preguntó con un trozo de comida en la mano mirando un conejo que se asomaba.




Los padres de Elena se miraron y su padre dijo:

Vale, pero no te alejes demasiado.

Elena se convirtió, besó a todos y se acercó despacito hasta el conejo que la miraba con miedo.

No te voy a hacer daño. - Le dijo Elena al conejo y éste dobló las orejas. Ella le tiró un poquito de comida y el conejo se alejó unos pasos pero luego volvió y se comió lo que había tirado.

La niña sonrió y partió en otro lado.

Eres muy bueno. - Le dijo mientras te ofrecía más comida.

El conejo la cogida y dejó que lo acariciara mientras comía. Pero entonces las voces de otros niños se asustaron a la vez.

¡Espera! - Gritó yendo detrás de él.

Correr detrás del conejo sin darse cuenta de que se ha alejado de sus padres hasta que se ha encontrado en el medio de los árboles y en una zona oscura, completamente perdida.

¿Y ahora qué hago? - Se preguntó echando a llorar porque se estaba haciendo la noche y estaba oscuro.

Elena no sabía dónde, ni a su mamá, ni a sus abuelos. Así comenzó a llorar más fuerte.P0 '

De pronto vio una luz que hizo que se callara. ¡La luz flotaba!

Tan maravillada fue que no se dio cuenta de que los funcionaron hasta que aparecieron más luces que flotaban. Estaba en el bosque, pero las luces hacían que pareciera que fuera del día porque brillaban como la luz del sol.

¡Que bonito! - exclamó elena.

En ese momento, las luces se reunieron en un mismo punto y Elena se dio cuenta de que era porque había sido asustado y se arrepintió por haberlo hecho. Entonces, de repente, de entre las luces, apareció un joven de piel oscura, cabello largo y negro y un rostro muy hermoso. Se acercó a ella despacio arrodillándose y le dijo:

¿Qué haces aquí, pequeña?

Me ha perdido.

¿No sabes dónde están tus padres?

Elena negó y se sorbió la nariz aguantando las lágrimas. El joven puso su mano en el hombro de ella y le sonrió.

Ven conmigo, te llevaré con tus padres.

Al principio no quería ir con él porque su papá y su mamá le habían dicho que no se había ido con extraños así que hizo lo que cualquier niña:

¿Quién eres? - Él se volvió a ella.

Soy Isondú. ¿Te fías ahora de mí?

Elena se puso roja y asintió. Era Isondú y su mamá dijo que Isondú era buena persona así que cogió la mano y ambos caminaron por el bosque seguidos por las luciérnagas.

¿Qué es esto? ¿No es así? Observar a las luciérnagas que iban creando un camino de luz para ellos. Con esa luz, Elena vio la mano de Isondú.

Ella se sacó un pañuelo del bolsillo y la cogida de la mano en el corazón de la mano. Después de leer la mano sana y, sin decir nada, tiró de él para seguir andando.

Isondú tampoco dijo nada pero le agradeció todo el corazón la amabilidad de ella.

Cuando llegó casi a la salida del bosque, en el lago, Elena pudo escuchar las voces de sus padres y abuelos y chilló de alegría. Me refiero a lo que está en el frente, y ahora en el camino hacia los padres.

Ve. - Le dijo Isondú.

Ella corrió hacia sus padres llamándolos, contenta de estar con ellos. Todos los abrazaron.