En un pueblo lejano
enclavado en la sierra
vivía un ruiseñor
amante de las letras.
Brillaban en sus alas
destellos de tristezas
dolores que la vida
pintara sobre ellas.
Le conocían los caminos
le amaban los almendros
al ruiseñor que en el pecho
llevaba plumas de duelo.
Sólo escribiendo era libre
novelando sus sueños
dibujando en caligrafías
alas que llevaban al cielo.
Le vi volando una tarde
sobre un jardín de poemas
mientras las letras coquetas
se empinaban para verlo.
Dejó sin sospechar él
a una luciérnaga de amor cautiva
alumbrando en la oscuridad
por si él regresaba algún día
Pasó un largo tiempo
o así lo sintió ella
(pues de tiempos de amor
sólo entienden las estrellas)
hasta que el viento en una ráfaga
de ternura y tibieza
llevó al ruiseñor nuevamente
al jardín de los poemas
Lo que ocurrió después
es por todos sabido
él cruzó los mares
en busca de su nido.
Fue entonces que supieron
que no existen fronteras
para el sentimiento que une
al ruiseñor y la luciérnaga
En un pueblo lejano
él prepara su vuelta
a la tierra donde sabe
su amor le ansía y le sueña.
El dejará testimonio
de su amor en una novela,
mientras ella le irá bordando
sentimientos en poemas.