L U C I É R N A G A S
— Chut! geniecillos, qué empeño
de hablar si el poeta calla!
Estaba enhebrando un sueño
y me habéis roto la malla...
Poniendo.á la charla cotos
remendad mi malla trunca.
—
Amigo, los sueños rotosya no se remiendan nunca.
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