A las cinco de la tarde,
Cuando el resplandor se queda sin brillo,
Y el jardín se sumerge en el último hervor
dorado del día,
Oigo el grupo bullicioso de niños,
Que salen a cazar luciérnagas.
Corriendo sobre el pasto,
Se dispersan entre los arbustos,
Gritan su excitación
palpan su deslumbre,
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
Que muestra la encendida cuenca de sus
manosTitilando.
Antiguo oficio humano,
Este de querer apagar la luz.
¿Te acuerdas de la última vez que
creímos poder iluminarla noche?
El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.
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