A mi Luciérnaga de media noche
Querida luz de mí camino;
sos tan tierna y pequeñuela que
en el horizonte te me desapareces,
Mientras que te busco a tientas,
ansioso de tocar y admirar la belleza que aún no florece.
Siento el deseo de mi pasión que desborda,
cual corcel en febrero, Cuando al fin alcanzo
tus manos y toco tu pelo; tu hermoso risueño.
Me miras, como si tus ojos buscaran ver más allá
de la horaY mis labios, se pierden en la
lejanía de tu boca.
Adoro, Luciérnaga mía;
cuando suspiras despacio,
en mi oído,
Cual aguda gota de agua musical,
Entonces, mis temblorosas manos bajan
a tus campos Elíseos,
Y suben aún más; al Olimpo de mis deseos,
A esos dos Montes vírgenes, que aún no
han sido conquistados
Y que yo presuroso, cual explorador intrépido,
intento colonizarlos.
Mas una cosa, debo decirte Luciérnaga mía;
Sos tan bella como el más azul de los zafiros,
Pero tan prohibido como el mismo destino.
En cuanto nos fundimos en alabanzas y pasiones,
Debo estar atento, vigilando sobre tu espalda,
Pues nadie debe conocer el secreto, ni el am destino.
En cuanto nos fundimos
en alabanzas or que se resguarda,
Tras aquella vieja puerta que la oscuridad tapa.
Pero ... que es lo prohibido en la pasión?
Aunque tengamos la misma sangre del río tinto,
Veras correr por mis venas solo pasión y deseo,
Coges mi mano, y luego desaparezco.
A un mejor lugar voy, incluso que mis sueños.
Donde la pasión nuevamente se desborda;
Y mis labios, se confunden con los tuyos.
A ese lugar secreto que vos y yo conocemos
Y que el sol siempre tapa, con su imponente reflejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario