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jueves, 20 de diciembre de 2018

AMOR MITOLOGICO







Las relaciones de pareja con seres mitológicos suelen acarrear grandes desgracias, sobre todo para el mortal, incapaz de adaptarse a los tiempos de la eternidad, así como al temperamento y el carácter de las hembras sobrenaturales.

Los mitos nórdicos nos hablan de una extraña pero fascinante especie de hadas conocidas como Skogsfru, muy temidas en las tradiciones populares pero añoradas durante el romanticismo, quien vio en ellas un símbolo de las urgencias del amor y del deseo que consume a sus devotos.





 Las Skogsfru tienen la apariencia de una hermosa mujer con largo cabello castaño recogido en una trenza. Este es el único atributo que comparten. Pueden, de hecho, cambiar su aspecto a voluntad, e incluso asumir formas tan fantásticas como aterradoras; salvo modificar la forma del cabello, que siempre se mantiene inalterable.

Las Skogsfru solían rondar especialmente por las zonas rurales. Algunas prefieren acechar a sus víctimas desde la familiaridad de sus bosques, protegidas por los árboles. Otras, en cambio, se aventuran en las aldeas y acechan a los hombres jóvenes mientras los mayores se encuentran trabajando el campo.

Normalmente las Skogsfru utilizan su belleza natural, o mejor dicho, exquisitamente antinatural, para subordinar a sus presas masculinas; y casi siempre lo consiguen sin mayores esfuerzos. No obstante, en ocasiones las cosas se complican horriblemente.

Al parecer, las Skogsfru encuentran irresistible la energía vital de ciertos hombres, y se alimentan de ella. A cambio, ellas ofrecen un encuentro amoroso incomparable, pero al mismo tiempo tan perturbador que el mortal, una vez vaciado de fuerzas y fluidos, es presa de una melancolía tan honda que normalmente lo conduce a la locura y al suicidio.

En algunos casos, por cierto, extraordinarios, las Skogsfru llegan a enamorarse sinceramente del hombre mortal; y no permiten que pierdan la cordura aún en los momentos más críticos de sus caricias blasfemas.

Estas relaciones entre un hada y un hombre mortal suelen culminar en un desencanto absoluto. Sin embargo, contrariamente a lo que ocurre en muchas historias de amor entre hadas y mortales de la Edad Media, las Skogsfru nunca secuestran al hombre para llevarlo a su reino encantado; en parte porque tal reino no existe, al menos para ellas, y en parte porque desean asumir los hábitos de la vida secular.

El problema radica en que las Skogsfru son hadas salvajes: viven a la intemperie, alimentándose de musgo e insectos, durmiendo en cuevas o viejos árboles roídos por el tiempo, y casi siempre se sienten incómodas en el calor del hogar humano.

No importa cuánto amen a sus varones mortales, tarde o temprano las Skogsfru siempre regresan a la humedad de los bosques.

El hombre abandonado nunca se recuperará de la pérdida.

Se dice que quien ha besado a una hada ya no deseará otros labios, ni tendrá pensamiento alguno que no incluya aquello que ha extraviado. Poco a poco irá perdiendo el apetito; su porte se volverá decrépito, raquítico, su piel se secará sobre los huesos hasta que el corazón, ya exhausto, invite al espíritu a desalojar el cuerpo.

Algunos explican este final trágico como una consecuencia lógica de aventurarse en los brazos de un hada; aunque rara vez se aclara si este estado deplorable es un tributo justo para un amor semejante.

En cierta forma, perder un gran amor es como asistir al funeral de uno mismo.

Una parte nuestra se ha ido, pero su ausencia a menudo reclama un largo tributo de nostalgia, de dolor, de íntima sabiduría. Si regresa será una fantasmagoría, una aparición fatua que nos recuerda vagamente al original; y nosotros, apenas un otro que insiste en repetir la teatralidad de los espejos.




miércoles, 12 de julio de 2017

HISTORIA DE LUCIERNAGAS, EN UN PAIS MUY LEJANO.


QUE LAS LUCIERNAGAS NO DEJEN NUNCA DE ILUMINAR EL MUNDO
¿¡Has escuchado alguna vez a las luciérnagas? ¿ Sabías que, en Sierra Leone, en un pueblo muy pequeño llamado Perie Bo, rodeado de una belleza natural incomparable, las luciérnagas desprenden una luz mágica encantadora ? Donde sea que estés, si alguna vez ves luciérnagas, pregúntales por Perie Bo. ¡ Ellas te contaran su secreto  !
Entre cocos, plátanos, piñas, guayabas y tantas otras frutas y verduras propias de climas tropicales, las luciérnagas alzaban su vuelo, cargadas de esa luz extraordinaria que las caracteriza.
Cuando llegué a Perie Bo, después de un agotador trayecto, lo primero que hice fue dejar la mochila y sentarme a descansar en la primera silla que encontré. Mientras reposaba, de forma casi inconsciente, levante la vista. Seria más o menos al atardecer, cuando los pequeños rayos del último sol, y ya a finales de la estación lluviosa, cubrían con su manto dorado la plenitud de la selva. No me dio tiempo a terminar el siguiente suspiro.
De repente, decenas y decenas de luciérnagas empezaban a dejarse entrever. Nunca antes había presenciado semejante espectáculo. ¿ y tu? ¿ alguna vez has estado tan cerca de ellas?
Sin abrir la boca, y sin llegar a parpadear, observaba con atención su plácido vuelo. La incandescencia de su luz dibujaba un trayecto perfecto, claro, preciso.
A lo alto y ancho de la selva, las palmeras, los cocoteros, los plataneros….dibujaban fascinantes sonrisas. En ese momento e instante me sentía afortunado de poder formar parte de esa maravilla natural, de estar presente en el preciso momento de su vuelo.
Al caer la noche, algunas de las luciérnagas más jóvenes se acercaron hacia mi un tanto preocupadas. Aunque vivían en un espacio repleto de energía donde cargar su luz, parecía que otros seres intentaban quitarles sus medios básicos para seguir cargando su luz mágica.
« Por la noche nos cuesta dormir, nos caen gotas del tejado cuando llueve », « tenemos miedo, nuestros hermanos y hermanas dentro de la barriga de mamá, no sabemos si nacerán bien o no », « dicen que vivimos en un lugar con muchas riquezas, pero unos hombres vienen a quitárnoslas y nos dejan sin nuestra energía »…escuchaba éstas y otras frases con infinita tristeza y preocupación.
No pude contener seria inquietud por lo que me contaron. Sobretodo, después de la bienvenida que me dieron. Sobretodo, después de presenciar como todas las luciérnagas de Perie Bo se concentraron en el la sala de recepción, para, con lo pude contener seria inquietud por lo que me contaron. Sobretodo, después de la bienvenida que me dieron. Sobretodo, después de presenciar como todas las luciérnagas de Perie Bo se concentraron en el la sala de recepción, para, con los brazos abiertos y el corazón predispuesto, iluminar con amabilidad, con alegría, con júbilo, la visita del viajero.
Entre las luciérnagas que se aproximaron, pude tomar algunas notas sobre aquello que les quitaba el sueño, sobre aquellos temores que no les dejaban dormir.